El jarrón de flores al centro de la mesa
Hace un mes ya vivimos como familia uno de los golpes más duros, uno para el cual no estábamos preparados, que ni en nuestras peores pesadillas podríamos haber imaginado… llorar la partida de nuestra madre, abuela y bisabuela por Covid en una cama de una clínica, donde ninguno de nosotros pudo sostener su mano, besar su frente, rezar junto a ella y acompañarla en su partida.
A pesar del dolor, me invade un sentimiento de infinita gratitud, y es ese el florero que quiero poner hoy en el centro de la mesa, por quienes alivianaron nuestro dolor y fueron nuestras manos y nuestra voz en el 4to piso de la Clínica Alemana de Santiago.
Junto a mi prima Pilar enviamos una lectura y una oración con la esperanza de que alguien del personal de salud pudiera darle a nuestra abuela (el sacramento de) la unción de los enfermos, en medio de la tremenda carga de trabajo con la que están.
El día 11 de junio a las 22:46 horas recibíamos el primer mensaje de whatsapp que llenó nuestros corazones:
“….Cuatro enfermeras ingresamos a la habitación de la señora María quien se encontraba en sopor profundo y conectada a un ventilador mecánico. Le hablamos al oído y le dijimos que su familia se encontraba presente en ese momento por medio de nosotros. Ella pareció comprender el momento porque en medio de la oración apretó fuerte las manos de las enfermeras que se encontraban a su lado. Rezamos, pegamos la oración impresa en el respaldo de su cama y la dejamos en la tranquilidad de su habitación.
Afuera de la pieza todos sentimos que nuestros corazones quedaron un poco más tranquilos, le dimos humanidad a los últimos momentos de la señora María”.
El viernes 12 de junio, a las 14:15 horas nuevamente llega la paz a través de este mensaje:
“…Le escribo para contarle que fui personalmente a ver a la señora María Lastenia Díaz. Armamos un pequeño altar, rezamos y la acompañamos, está tranquila. Cuando escuchó cada uno de los audios (enviados por sus tres hijas y una de sus nietas) muy débilmente intentó comunicarse, al escuchar la voz de su familia y sobre todo cuando le decían que se fuera a reunir con su familia en el cielo. Fue tremendamente emocionante darnos cuenta que escuchó y le llegó al corazón cada uno de sus mensajes”.
Junto a ello, recibimos fotos de las manos de nuestra abuela con su querido rosario, el que todos los días rezaba por nosotros.
En medio de esta pandemia, humanizar la vida y la muerte a través de estos y muchos más gestos, se convierte en el jarrón con flores que queremos poner en el centro para agradecer.
Mis alumnos y todos los estudiantes de las carreras de la salud deben hoy contemplar estas flores y nunca más olvidar lo importante que es y será ponerlas al centro de la mesa.
Sobran las palabras, y si esto no es amor, humanización y entrega absoluta, no sé lo que es. Para nosotros, lo fue TODO. Infinitas gracias. Ahora el equipo de enfermeras y enfermeros son parte de nuestra familia y tienen un ángel que las cuida desde el cielo.
María Jesús Mena Iturriaga
Kinesióloga, docente de Kinesiología UDD
Nieta de María Díaz Tejías