Una pausa
Paula Jara Moncada
Te distrajiste con el reloj análogo de la pared de la cocina, una herramienta que definía tantos comienzos y finales. Bastaba un movimiento de este frágil aparato para desencadenar guerras. Un movimiento invisible, transparente, que ocurre frente a tus ojos y aún así no puedes advertirlo. Sólo notas el cambio una vez que ya ha ocurrido.
Qué nos depara el futuro? Sólo sabemos que el minutero seguirá avanzando sobre nuestras cabezas, a veces juez, a veces cómplice, pero el tiempo no interviene, únicamente existe, es un camino de piedra sobre el cual nosotros caminamos, caemos, intentamos retroceder e incluso corremos. Pero los límites de este sendero son inalterables, e incluso sólo se puede ir hacia delante. Por qué nos detenemos y miramos hacia atrás? Por qué esperar a una señal? Por qué el miedo conduce nuestras vidas? La naturaleza humana en sí misma constituye un desconcierto, pero en estos tiempos es más satisfactorio vivir que gastar el tiempo buscando el por qué de las cosas. En este momento, la vida es una novela a medio completar, pero la fluidez del tiempo y el curso de nuestras acciones termina con el vacío existente, se termina el espacio sin redactar y nos encontramos con la historia completa.
Este pensamiento ocupó unos minutos de tu tiempo, pero luego aterrizaste en la realidad y volviste a las dudas e incertidumbres rutinarias. Mientras divagas, el tiempo se derrama, pero hay un punto en que ya es demasiado tarde.