Un momento de reflexión
Por Catalina Huerta Pizarro, Psicóloga
Este escrito es una reflexión que me ha dado vuelta por la cabeza constantemente en los días de confinamiento.
La pandemia ha significado un montón de emociones negativas: miedo, desesperanza, desilusión, angustias. Los días vienen llenos de noticias untadas por la tristeza. El mundo se encuentra sufriendo y se ha parado por el mismo fin, está cambiando y estamos viviendo el día a día sin saber qué va a pasar en el futuro. La incertidumbre se ha apoderado del tiempo y ha interferido en los deseos futuros de todos nosotros. Es en estas palabras es donde me quedo pensando, “tiempo, futuro, incertidumbre”. ¿Por qué?
Parar no es fácil. Vivimos estando en constante movimiento, necesitamos producir, necesitamos estar un paso adelante, debemos tener un plan para el futuro y saber qué va a pasar; eso resuena en nuestra cabeza. Nos han criado así, vivimos en una sociedad que es así, produce ansiedad y nos estimula a dejarnos llevar por el control del tiempo. ¿Pero y si quizás el “parar” tenga su lado positivo dentro de todas las aristas negativas? Me refiero al parar y reflexionar, tal vez este es el momento. Ya que como consecuencia de la productividad somos una sociedad que vive en el futuro y por lo mismo, ignoramos muchas cosas del presente, ignorándonos también a nosotros mismos.
He escuchado a muchas personas decir que con la pandemia se sienten parados en el tiempo o que no disfrutaron su última salida o que se arrepienten de no haber disfrutado más la normalidad. Ésta puede ser una oportunidad para empezar a prestar atención a propósito al presente y vivirlo, prestar atención, a lo que pensamos, lo que sentimos, lo que vemos, lo que miramos, lo que tenemos. Dejar de divagar en la línea del tiempo y soltar. Quizás ahí la incertidumbre personal sería menor o nula, porque estaríamos sintiendo el presente, conociéndonos, viviéndolo. Estamos tan preocupados del futuro que podemos estar corporalmente en un lugar, pero nuestra mente está en mil partes que no nos deja vivir el presente con todo lo que eso implica.
Creo que a muchos luego de estar atravesando esta experiencia que nos acerca a la muerte, tan repentina y agobiante, se les han despertado las ganas de vivir la vida con mas intensidad. Entonces ¿y si hacemos el “parar” una costumbre? Desaceleremos ese comportamiento automático que está implícito en nuestra manera de vivir y atendamos a la experiencia. Después de estar viviendo la pandemia “el parar” me hace más sentido.